viernes, 16 de octubre de 2009

Los Misterios de la Fuerza Espiritual


En el Maestro Hebert cohabitan en este momento, sentimientos encontrados: Por un lado siente satisfacción al confirmar que los adeptos alcanzaron la reconciliación con los cuatro Elementos de la naturaleza para reasumir el gobierno de sus cuerpos, empero, por otro lado, la transición a la comprensión de la Fuerza Espiritual puede perder a los aspirantes en la resignación de la codificación genética, definitivamente, limitativa de la evolución de la especie humana.
Desde la ribera de la Laguna de Ordín, el Iniciado observa con ternura el intercambio de experiencias personales entre los adeptos. ¡Sintieron la manifestación de la fuerza de la naturaleza! La vivieron y por lo tanto, se conectaron con el medio ambiente que les rodea. Son los mismos Elementos que antes soslayaron y que hoy, reconocieron que sus cuerpos están conformados por ellos. Sin embargo, cada vivencia es personal. Se mantienen las propiedades de la individualidad por el Principio de la Creación: El Libre Albedrío.
Merlín resume ante su Maestro: “La reconciliación que hicimos con el agua, la tierra, el aire y el fuego, no solamente conlleva a reconocer y respetar las Potestades de los Hermanos Elementales de la Naturaleza, sino que conduce a comprender que el cuerpo del hombre conjuga los elementos y reconocerlos en el interior, permite retomar y asumir con responsabilidad el gobierno del organismo”.
Irvin añade con entusiasmo: “No minimicemos algo muy importante, revalorizar los cuatro elementos exteriores con los interiores, abre la conexión corporal con el medio ambiente: Con esta consciencia, y retomando el Principio del Mandala, será más fácil aprender a tomar la energía de los Elementos”.
Sin embargo, al igual que nuestros lectores, por la cabeza de los jóvenes aspirantes a la Iniciación cruza una pregunta crucial: ¿Este gobierno responde a la Fuerza Mental o emana del Espíritu? ¿Ofrece el poder o exige la entrega? Hebert responde: “Ambas pueden manifestarse como una fuerza mental o como una fuerza espiritual”. Pregunta Merlín con el desconcierto reflejado en el rostro: “Entonces, ¿cómo saber, Maestro, que fuerza es la que desarrollamos?”
Hebert les invita a sentarse sobre el pasto primaveral. Abre el misterio: “La Fuerza Mental, por más ambiciosa que ésta sea, tiene siempre un límite, a diferencia de la Fuerza Espiritual que cuenta con la experiencia de las vidas recorridas en sus diferentes encarnaciones de su evolución, en donde adquiere diversas enseñanzas y que puede manifestarse como forma de pensamiento”.
El Iniciado indogermánico expone: La mente se comprende como la inteligencia, el pensamiento y la memoria. Tres elementos almacenados en el subconsciente y que al activarlos en el consciente, lo descubrimos con el punto central de los movimientos y la actividad del organismo. No es casual que en algunas ocasiones interpretemos una acción determinada como inconsciente con resultado positivo, sin considerar el punto de origen o la motivación real que puede encontrarse en las experiencias adquiridas en vidas pasadas.
Se puede entender, entonces, que la mente es limitada por la herencia, por la formación y la educación recibida que se perfeccionan o desvían con base en la recepción de los mensajes subjetivos en el entorno social o por la incursión tecnológica en la emisión de ordenamientos de comportamiento, dirigidos directamente al subconsciente para desviarlo a buscar la satisfacción de necesidades superfluas y vanas, con el objetivo claro de esclavizarlo a un modelo de consumo.

Todos estos mensajes se guardan y manifiestan en el inconsciente que jamás duerme. Cuando el consciente descansa, se encuentra indefenso ante la imposición oculta en las ondas herzianas, de conductas predeterminadas. Se manifiestan con mayor fuerza en el sueño y provoca enfrentamientos internos del ser humano.
Puede mencionarse, por ejemplo, la frustración de incumplir un objetivo firme y claro para realizar un proyecto o un anhelo, y se siente que hay algo invisible que se opone en el entorno. Sin embargo, el subconsciente puede estar creando los obstáculos para nuestra realización y no necesariamente, son provocados por terceras personas. Puede observarse, entonces, la fuerza de la Mente y sus limitaciones que se acentúan porque el ser humano utiliza una ínfima parte de su cerebro.
Al haber conectado los adeptos su energía interna con el medio ambiente, preocupa al Maestro Hebert: Están en el punto crucial de la Enseñanza, ya que alcanzaron un crecimiento en el conocimiento de los poderes naturales del ser humano y se corre el riesgo de que se presente la ambición, ya que por las luchas de poder, pueden desviarse por el camino tendencioso para someter a otras personas a sus caprichos.
Independientemente del estancamiento potencial de los aspirantes, la limitación mental puede conducirlos a buscar el liderazgo social, con la falsa premisa de estar en condiciones de conducir a la especie al Contacto Divino sin mayor esfuerzo personal de los engañados. Debe entenderse que si bien es cierto que muchos son los caminos para encontrar al Creador de los Universos, también es cierto que para cada persona solamente existe el camino de su interior y que exige el máximo esfuerzo en la Disciplina, Lealtad y Honor. Es decir, que se necesita tener Fe en los ideales, Esperanza en realizarlos por Amor la humanidad
La Doctrina Secreta es muy clara: Con la Fuerza del Espíritu no hay liderazgo alguno. Se comprende que todos somos hijos del Padre y por lo mismo, somos iguales. Entender este principio conlleva a generar amor a la humanidad que conceptualizamos como Filantropía.
El Iniciado, o los aspirantes a seguir este sendero, aprenden a buscar la Libertad, entendida como el rompimiento de los patrones que se han codificado en el subconsciente, basados en la lucha de poder mediante el sometimiento de los demás, con hipocresía y engaño, en el afán de conseguir posiciones económicas y sociales.

No es fácil. Cuando el hombre intenta cambiar su forma de ser y busca dominar los vicios para cultivar las virtudes se le presentan dolores o enfermedades. La explicación del Maestro Hebert es que, el subconsciente activa sus defensas de la codificación genética en las células que almacenan la memoria. Es decir, que protege su programación. El resto es superar estos síntomas para reasumir el control del gobierno del cuerpo.
Avanzar al encuentro del Espíritu que tiene su Potestad más allá de la fuerza mental. Tiene la fuerza Divina de la vida que permite el movimiento de la máquina integrada por los cuatro elementos de la naturaleza y proporciona, además, estados de satisfacción, tranquilidad y paz en el alma.
No significa que se vuelvan resignados y sumisos, si no que vivan en armonía de su interior con su entorno. El romper con las viejas ataduras en el seno de la Enseñanza de los Iniciados, es alcanzar la Libertad y avanzar hacia la evolución individual.

¿Qué es lo que proporciona la Fuerza que es Divina en el Espíritu? Hebert entrega la clave: ¡El amor! Dice: “La Amada Presencia del Amor Divino logra esa conexión que libera y entrega estadios de satisfacción. La fuerza mental puede generar frustraciones. ¡La Fuerza Espiritual jamás! Nos brinda la comprensión del verdadero valor de las cosas”.
Puede decirse que, al fijar un objetivo determinado en la vida del individuo, con la fuerza de la mente puede proyectarlo pero siempre quedará una sensación de intranquilidad, pero si se realiza con la Fuerza del Amor Divino, encuentra la armonía, la paz y la tranquilidad del deber cumplido.
Indica Hebert a sus adeptos: Buscar la voz interna para alcanzar la Voz Suprema, debe hacerse con cuidado ya que la Fuerza Mental se puede crear también con la Fuerza Espiritual y se pueden confundir, por la inclinación tendenciosa de la mente

1 comentario:

  1. me gustan estos temas, es tan dificil hayarlos y ver el contenido, que es genial en este blog, muy bueno

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